Éramos los elegidos del sol
y no nos dimos cuenta
fuimos los elegidos de la más alta estrella
y no supimos responder a su regalo
Angustia de impotencia
el agua nos amaba
las selvas eran nuestras
el éxtasis era nuestro espacio propio
tu mirada era el universo frente a frente
tu belleza era el sonido del amanecer
la primavera amada por los árboles
Ahora somos una tristeza contagiosa
una muerte antes de tiempo
el alma que no sabe en qué sitio se encuentra
el invierno en los huesos sin un relámpago
y todo esto por que tú no supiste lo que es la eternidad
ni comprendiste el alma de mi alma en su barco de tinieblas
en su trono de águila herida de infinito.
Hola, Gabriel!
ResponderEliminarVeo que tanto tu sitio web como tu blog están dramáticamente desactualizado.
Te quiero proponerte ayudarte en estos temas.
¡Contactáme!
François Richard
+569 98 18 26 50
francois@richard.cl
Que bello poema...sin palabras.
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