martes, 9 de enero de 2018

La necesidad de un debate ideológico.

Ayer en una entrevista dije que el Frente Amplio debía tener un proceso de debate equivalente al que tuvieron las distintas corrientes del socialismo chileno desde comienzos de los '80 en lo que se conoció como "la renovación socialista", y que la izquierda del Siglo XXI tenía que despercudirse del estatismo como pilar de nuestra forma de ver el mundo. Además afirmé que para que un debate de estas características fuera posible era necesario salir de las lógicas sobreideologizadas de espacios como el CONFECh.

Estas declaraciones fueron replicadas por otros medios y dieron pie a una polémica en la que desde algunos sectores se me acusó pretender emular las conclusiones (y consecuencias) de la renovación socialista de los '80. Esto como es clásico de los "debates" de redes sociales, acompañado de todo tipo de adjetivos y suposición de intenciones.

Quienes cumplimos roles públicos tenemos el deber de argumentar nuestras posiciones, presentarlas y desarrollarlas, para que enfrentadas al debate público, estas puedan desplegarse o hundirse, según corresponda a su propio peso. Lo importante es que este debate se dé sin caricaturas, haciéndose cargo de las críticas que sean de buena fe. En ese sentido estas líneas tienen como objetivo defender la necesidad de un debate ideológico al interior del Frente Amplio que sea capaz de cuestionar los dogmas del pasado en cuanto dogmas, abordando los desafíos que presenta el nuevo escenario político nacional y global. En un próximo texto abordaré algunos de los contenidos que creo debiera tener ese debate, y en particular por qué creo necesario “desestatizar” nuestra visión de mundo, sin que ello implique una renuncia ante la pretensión de omnipotencia del mercado.

En primer lugar parto por reconocer que mi referencia al CONFECh fue desafortunada. Lo fue porque la interpretación obvia que se desprende de mis palabras es una "quitada de piso" al movimiento estudiantil, lo que está muy lejos de ser mi intención. El movimiento estudiantil ha sido uno de los pilares de las luchas sociales de los últimos años en Chile, cambiando el eje del debate público, evidenciando las contradicciones y falencias del modelo chileno centrado en la expansión del negocio privado al alero del Estado y en convertir lo que debieran ser derechos en bienes de consumo, y proponiendo alternativas para superarlo. Desarrollar aquí la importancia del movimiento estudiantil sería largo y no es el motivo de este texto, pero quienes nos formamos al calor de sus luchas desde el 2001 hasta hoy, no podemos sino apoyarlo en sus desafíos actuales.

Mi referencia a la sobre ideologización del CONFECh decía relación con que el carácter del debate y la correlación de fuerzas que existe al interior del mundo político universitario ha estado desgraciadamente muy ajeno a la realidad nacional en los últimos años. No existe una derecha seriamente organizada (tampoco lo que se conoce como “centro”), el archipiélago de las diferentes organizaciones de izquierda es incomprensible incluso para los propios estudiantes y la incapacidad endémica de enfrentar la violencia antidemocrática de pequeños grupos con pretensiones de vanguardia que por lo general se esconden en un cómodo anonimato (pero que perjudican a todo el movimiento e incluso a trabajadores/as), desde mi punto de vista ha contribuido a "emburbujar" y aislar al movimiento estudiantil.

Desde otra perspectiva esta crítica también puede ser pertinente para el mismo Congreso de la República. Una institución compuesta mayoritariamente por hombres (más del 80% en este período, y más del 75% en el que viene), que en su mayoría tienen Isapre, se atienden en clínicas privadas, ahorran mediante apv, tienen a sus hijos en colegios particulares pagados (7% del total de la matrícula) y vacacionan en los mismos lugares, no es precisamente representativo de la diversidad de la sociedad chilena.

Mi punto es que para dar un debate profundo no podemos ni caer el movimientismo atribuyéndole a los movimientos sociales una suerte de aura inmaculada que no se puede cuestionar, ni tampoco marearnos con instituciones como el Parlamento, reduciendo la política a su expresión institucional (la triste polémica por la presidencia de la Cámara es una buena advertencia de esto).

Dicho lo anterior paso a explicar mi referencia al proceso de renovación socialista.

En mi opinión desde el Frente Amplio, en particular quienes nos entendemos parte de la ancha tradición de la izquierda chilena, necesitamos un proceso de debate profundo (que puede durar incluso años), que permita darnos un marco ideológico común que dé coherencia a nuestro actuar y que sea acorde a los tiempos que nos toca vivir. Actualmente en el FA conviven distintas organizaciones, muchas de las cuales comparten lineamientos políticos pero que se encuentran dispersas producto de diferentes circunstancias, ya sea de identidad o lugar y momento de origen. Sin embargo en Chile no cabe tanta sigla para decir prácticamente lo mismo (¿alguien fuera del Frente Amplio podría señalar las diferencias por ejemplo entre el Movimiento Autonomista, Nueva Democracia, Izquierda Libertaria y Socialismo y Libertad?). 

La conformación del Frente Amplio fue un primer paso para contribuir a la representación política del malestar que se había estado incubando en el modelo de desarrollo chileno con todas sus contradicciones. Durante la campaña presidencial Beatriz Sánchez encabezó la gran tarea de convertir ese malestar en esperanza, y fueron cientos los frenteamplistas que se volcaron a construir un programa político que diera sustento a esta candidatura, recogiendo en muchas áreas demandas elaboradas desde los movimientos sociales producto de años de trabajo, luchas y debates. Pero el Frente Amplio aun no termina de cuajar. 

La preocupación que quiero plantear es que si no tenemos un debate de carácter ideológico profundo que nos dote de una lectura y marco común de acción, corremos el riesgo por un lado de ser un ente meramente reactivo, que se oponga a las iniciativas de otros pero sin capacidad de proponer nada en positivo más allá de generalidades, y por otro en convertirnos en unos bien-intencionados elaboradores de políticas públicas sectoriales sin coherencia entre ellas que dependan mucho de los técnicos y liderazgos de turno. 

Para poder hacer esto necesitamos hacernos muchas preguntas, cuyas respuestas van a requerir por cierto estudio y formación, pero también imaginación y audacia. 

¿Qué significa ser de izquierda en Chile hoy? ¿Cuáles son nuestros principios compartidos? ¿Cuál es el valor que otorgamos a la democracia? ¿Y a los derechos humanos? ¿Que evaluación tenemos de los gobiernos de la Concertación (incluido el primero de Piñera) y el de la Nueva Mayoría? ¿Cómo enfrentaremos la inevitable y permanente revolución tecnológica? ¿Cómo entendemos la integración regional y mundial? ¿Cuánta soberanía tienen hoy realmente los Estados-nación? ¿Cómo enfrentamos positivamente los procesos migratorios? ¿Cuál es el valor del trabajo y cómo redistribuimos la riqueza que entre todos generamos? ¿Podemos subordinar al gran capital? ¿En qué consiste un gobierno feminista? ¿Qué actitud y rol le cabe a los hombres en éste? ¿Cuál es el papel de la cultura en la sociedad y dónde se crea? ¿Cómo equilibramos desarrollo, igualdad y sustentabilidad del medio ambiente? ¿Cómo se descentraliza el poder? ¿Cómo se relaciona lo público con lo privado y cuál es el rol del Estado en la economía? ¿Qué es modernizar el Estado en serio? ¿Cómo fomentamos la innovación tecnológica? ¿Están nuestros liceos y universidades educando para el siglo XXI? ¿Qué tipo de organización necesitamos para los tiempos actuales? ¿Cómo se fomenta la participación en los debates públicos? ¿Cómo abordamos el envejecimiento de la población? ¿Se puede manipular genéticamente la vida? ¿Y postergar eternamente la muerte? ¿Qué posición tenemos ante el desarrollo de la inteligencia artificial?

Y así tantas preguntas que no tienen respuestas obvias ni fáciles, para las que no basta repetir lo que diga el último autor de moda o algún clásico.

En la izquierda existe una tendencia a sacralizar las posiciones, volviéndolas incuestionables y calificando de traidor a todo quien se salga del axioma. Yo quiero reivindicar el valor de la duda. De dudar de uno mismo y las convicciones propias, sin por ello dejar de defender con pasión las ideas que consideramos correctas. Dudar no es renunciar, sino más bien el ejercicio básico de todos quienes creemos que parte de la esencia de ser de izquierda es la rebeldía. Sin dudas no hay rebeldía, solo dogmas y sacerdotes.

Creo que el proceso de renovación socialista de los ’80 tuvo mucho de esto (y por eso la referencia en la mentada entrevista). No me siento identificado con sus conclusiones (más bien con sus consecuencias) porque en mi opinión terminó concediendo que no existía otro Chile posible que el que legaba la dictadura, resignándose a administrarlo y corregir sus excesos sin cuestionar su esencia de injusticia y desigualdad. No me siento interpretado por la tercera vía porque hizo de esferas que debieran ser públicas objeto de negocios, y contribuyó a la concentración de la riqueza y el poder en unos pocos. Pero pese a no compartir sus consecuencias si valoro el haber tenido la valentía de cuando las viejas verdades se derrumbaban, asumir la desnudez y sentarse a pensar de nuevo. Sospecho que la mayoría de quienes participaron de esos debates en los ’80 reivindican su necesidad pero son críticos de sus consecuencias, pero eso ya es otra historia (Moulian es de los primeros en advertirlo el '97 en su ya clásico "Chile actual: anatomía de un mito", e incluso antes Nelson Gutierrez ya denunciaba el carácter elitario y excluyente de la transición chilena en sus "Cuadernos de coyuntura"). 

Nuestro proceso no puede ser solo pensar, sino también actuar. Es en la acción donde mejor nos formamos políticamente y es al calor de la lucha donde la imaginación florece. Pero pensar y actuar deben ser complementarios. 

Siempre es más cómodo quedarse con las verdades conocidas y no cuestionarlas. Siempre resulta más fácil refugiarse en las consignas que ya gritamos antes que cuestionarlas. Pero esa comodidad es presagio de la derrota o peor aún de domesticación. Y no queremos un Frente Amplio domesticado, lo queremos rebelde y que nunca deje de dudar.

19 comentarios:

NicoGZ dijo...

Te apoyo y me alegro por la sensatez y capacidad de análisis, es decepcionante ver cómo mucha de la juventud, desde ambos extremos del espectro, parecieran esforzarse por hacer que estas dos primeras décadas del siglo XXI sean una repetición de las del XX, en vez de aprender de ellas

Hume tao dijo...

Muy bien los peripateticos

Hume tao dijo...

Muy bien los peripateticos

Cristóforo dijo...

Tremenda claridad, admirable. Vamos q se puede!

Invunche dijo...

Ya lo decía Carl Sagan: "Si no somos capaces de hacer preguntas escépticas, de interrogar a aquellos que nos dicen que algo es verdad, entonces estamos a merced del próximo charlatán, político o religioso que aparezca deambulando”.

Unknown dijo...

Es cierto, tenemos que dar un buen debate al respecto. Lo que esperamos algunos es que dirigentes como tú, más allá de enunciar el punto, tengan posiciones sobre esos temas.

Daniel Arancibia dijo...

Grande Gabriel.

Angelina la de El Monte dijo...

Sí, así no más es.
Hay mucho por hacer, por pensar, por imaginar... La duda y la reflexión en la acción son las mejores compañeras...

Iván Millapan dijo...

Según mi parecer lo ocurrido con la Izquierda, debe indicarnos que Rol se le asigna a ese "repudiado" o "amado" Estado. Creo que el camino tomado por esa Izquierda, esa "tercera vía" fue un rotundo fracaso y los llevo a ser comparsa de una Centro Derecha, al administrar el modelo, mejorarlo y alejarse definitivamente de la "gente", a marcar el paso y obnubilarse con ese apoyo post Dictadura, que nunca fue un cheque en blanco. Solo se consiguió que se perpetuara el modelo de sociedad mercantil y el Chile S.A.; eso creo que es la primera conclusión. Lo otro es que se mimetizo o mejor dicho se prostituyó esa forma de buscar "acuerdos" cuando había mayorías. En ese sentido, estimo que nunca esa Izquierda se saco la mochila y el lastre, el miedo a los bionazos y tanquetazos. Queda la percepción sin respuesta a que hubiera ocurrido si esos cambios estructurales de verdad, se hubieran realizado y se hubiera apelado a ese apoyo mayoritario ciudadano que tenía la Concertación, ¿Qué habría ocurrido? ¿De verdad se hubieran subordinado las FFAA al régimen democrático? Nunca lo sabremos, ya que pasado un tiempo, esa "transición" y ese cuidadoso tránsito, solo permitieron que el modelo se perpetué y las instituciones "mejor evaluadas" por la ciudadanía nos sorprendan con los robos de miles de millones, que jamás se fiscalizaron y que provenían de la Ley Reservada del Cobre. Creo que el tema de refundar esa Izquierda, pasa inexorablemente por visibilizar el rol de papa Estado. Quiéranlo reconocer o no, cualquier pensamiento o ideología que se llame de Izquierda esta circunscrita a más Estado y no menos Estado tal como funciona hoy. No hay que cometer el mismo error del bloque llamado Concertación, que se persiguió por su pasado y en cierto sentido se auto inculpo del quiebre institucional, asumiendo el discurso del bloque sedicioso golpista, que impuso su criterio y ninguna culpa. Yo creo que no se debe tener ningún miedo a hablar de más Estado y se termine con ese doble discurso y esa socialización de perdidas y privatización de ganancias. La "autorregulación" tan pregonada por los gurues del modelo, por los paladines del neo liberalismo no existe, solo existe ese cinismo para defender la "libertad para hacer negocios" de todo, pero nunca el reconocimiento de que cuando se pierde plata, por esa misma libertad, es el Estado a quien se recurre y se exigen salvavidas, rescate que lleva siempre un perjuicioso para los más necesitados.

Unknown dijo...

Excelente reflexión. Siempre es bueno aclarar, los temas indiscutidos se rompen - justamente - debatiendo, no asumiendo "obviedad".
Un abrazo

Unknown dijo...

Excelente reflexión. Siempre es bueno aclarar, los temas indiscutidos se rompen - justamente - debatiendo, no asumiendo "obviedad".
Un abrazo

Anónimo dijo...

Esta reflexión de Gabriel Boric solo confirma como la prensa distorsiona y tergiversa.
Muy bien la aclaración y la argumentación del primer diputado del Movimiento Autonomista

Anónimo dijo...

Post capitalismo

Potenciar un sistema que entregue una alternativa, enfasis en la ciencia, usar tecnologia, cooperacion ciudadana. Automatizacion, gobierno abierto, blockchain, ecologia.

Es lo que se viene, ya basta de hablar de 'derechos' y a construir. Desde el congreso mucho se puede hacer.

B-side dijo...

Si bien es cierto que la educación gratuita y de calidad es la única forma de crear un país desarrollado con oportunidades reales y que pueda entender las preguntas aquí sostenidas hay que pensar en cómo debemos actuar frente a las actuales generaciones mientras esto se puede aplicar.
Me parece de lo más lógico y contundente el cuestionar los dogmas actuales por los que se rige la actual izquierda. En una sociedad en constante cambio siempre debemos buscar la forma de adaptarnos y contribuir a fortalecer la democracia.

Es deber del estado el poder de una vez por todas emparejar la cancha y contribuir en otorgar las herramientas para que todos tengan la oportunidad de desarrollarse en todos los ámbitos y es aquí dónde el frente amplio debe tomar esta bandera,para que nuestras próximas generaciones asuman todas las preguntas y desafíos que haz expuesto.

Un abrazo Gabriel y sería agradable conversar alguna vez.

Unknown dijo...

Don Boric, primero felicitarlo por su visión tan certera de los caminos a seguir por el FA, coincido en la propuesta formulada por usted sobre la imperiosa y urgente toma de iniciativas que nos lleve a un pilar sólido de ideas justas, necesarias y precisas para un accionar común de todos los partidos políticos del conglomerado, donde no existan los personalismos que enturbian e invisibilizan el objetivo de representar a las personas que estamos desencantados y avergonzados del actuar indecoroso y alejado de la realidad de nuestras autoridades y que no se condice con la realidad en que vive el 75 % de la población chilena. Vuestro movimiento, es nuestra esperanza en un país que escuche a la ciudadanía, que es la más sabia de las condiciones en que nos desarrollamos en el día a día y tiene muchas propuestas, que ustedes con su agudeza política, pueden pulir y mejorar para llevar proyectos concretos al parlamento.
Fuerza y no caudique en su afan de contribuir para vivir en un país más humanizado, donde realmente nos miremos a la cara con mayor empatía.

Joaquín Figueroa dijo...

estiamado Gabriel.

El problema que suscita tu cita sobre la renovacion socialista, es que el debate pretende centrarse en un acto que a las luces de la historia tiene mas bien un carácter de claudicación y traición que de apertura a un "socialismo del siglo XXI"... Es absolutamente negativo el balance histórico. No hay doble lectura. Es un hecho histórico.

Buscar nuevas ideas no es sinónimo de aquello que ocurrió. es más bien un antónimo, un disparate.

Distinto es acoger actualmente todo aquello que viene de la Ecología, de los pueblos originarios y su irrupción histórica en méxico en los albores de los noventas, en ecuador a finales de la misma década y finalmente el proceso que lleva a cabo la elección de Evo en el año 2006.

De las luchas de las llamadas minorías sexuales, de las luchas feministas, de las luchas por la deblacle ecológica, qué se yo.

Hay de dónde agarrarse como ejemplo para comenzar un debate para adecuar las ideas de izquierda al proceso histórico actual!!!

Pero ni por asomo la llamada "renovación socialista" !!!!

Entonces, sugiero otro punto de partida, porque el que propones definitivamente no convoca.



joaquin

Anónimo dijo...

La fragmentación de la izquierda en múltiples movimientos y partidos responde más al choque de egos que a la diferencia de ideas. No debe ser fácil para FA lidiar con esto.
Yo buscaría mayor liderazgo entre personas menos ególatras.
El estalinismo es el cáncer ideológico dentro de la izquierda, sin duda hay que alejarse de este enfoque. Lo principal que debe ser cuestionado en uno mismo es el ansia de poder, el miedo a ser derrocado o sustituido. Debemos estar conscientes de la influencia del sistema neoliberal y su ideología en nosotros mismos.
El capitalismo tiene elementos únicos, positivos, que se dan de manera natural en el ser humano, negar esto es ir en contra del hombre mismo.
Los elementos negativos del capitalismo pueden ser disminuidos y anulados desde dentro, construyendo realidades paralelas con el apoyo del estado, desarrollando la solidaridad real y tangible, el respeto.ir mucho más allá de los beneficios sociales.
Es importante también revelar la diferencia entre caridad y solidaridad, recalcando que la primera perpetúa el poder y que la segunda, es la primera disfrazada la mayoría de las veces.
El resto, como la renacionalización de recursos, royalty útil y justo, impuestos a la riqueza, fiscalización, etc, etc, ha de ser propuesto con los cojones bien puestos y con mucha inteligencia. Es un error demonizar al enemigo, es preferible respetarlo, estudiarlo mejor, llamarlo y hacerlo contendor, en lo posible consensuar.
Democratizar las fuerzas armadas es fundamental.
Con sólo aplicar criterio universal de derechos humanos se puede ganar la pelea a este chile injusto e inhumano.

Anónimo dijo...

prefiero la síntesis del Canto al Programa ... https://www.youtube.com/watch?v=mqyzYx-p-PE

Cobarde Anónimo dijo...

Si uno comienza a identificar aquellos elementos políticos que constituyen la centralidad del discurso del Frente Amplio (Democratización de las instituciones, recuperación de los llamados Derechos sociales, desmercantilización de ciertas dimensiones de nuestra vida pública, etc), resulta ser que la "Ideología" del Frente Amplio -si es que existe tal cosa como una ideología- no es muy distinta a la Socialdemocracia del siglo XX, la cual surgió como solución a la crisis del Capitalismo liberal del 29'y que se instaló sobre los experimentos facistas del periodo entreguerras, y que proponía más o menos lo mismo que el Frente Amplio.