lunes, 7 de noviembre de 2011

Retomar la iniciativa para construir un nuevo Chile desde las luchas actuales


Estimados, como 
Creando Izquierda ponemos a su disposición nuestra reflexión sobre el actual escenario político con ánimo de debatir ideas y contraponer visiones sobre el presente del movimiento y sus proyecciones futuras.

Si existen diferencias con lo que aquí planteamos, discutámoslas fraternalmente, en particular dentro de la izquierda de la Universidad. Las tesis políticas pueden diferir y es legítimo que así sea, pero que eso no nos nuble la vista en cuanto a quienes son nuestros adversarios, los que hoy por hoy, se encuentran fuera de la Universidad y no dentro de ella.

Un abrazo



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A seis meses de iniciada la movilización y tras un referéndum en que la mayoría de los estudiantes se manifestó en contra de iniciar el segundo semestre, creemos necesario hacer una reflexión en torno a dicha decisión y un balance del camino recorrido y el por recorrer de cara a los estudiantes y a la sociedad en general, para perfilar así una estrategia que nos permita enfrentar de modo más efectivo y resuelto los desafíos que tenemos por delante.

El 2011 ha sido escenario de la movilización social más amplia y comprometida en nuestra historia reciente. La fuerza estudiantil ha crecido a niveles inéditos, visibilizando ante la sociedad el fracaso de un sistema educativo basado en el lucro y la competencia, deslegitimando de paso la “política de los acuerdos” que gobernó la transición y los pilares del modelo de sociedad post-dictadura, y dotando a la acción colectiva de un nuevo valor como herramienta de cambio social.

Estos avances, si bien promisorios para la construcción de un nuevo Chile, son todavía frágiles y no se han traducido en nuevas políticas de Estado ni en conquistas materialmente significativas para los estudiantes y las mayorías. A esta realidad se suma que, tras el reordenamiento del gobierno y la ausencia de una conducción clara desde el movimiento, hoy nos encontramos en la inercia, carentes de iniciativa y pauteados por la agenda de los poderosos, orientada a cooptar nuestras demandas despojándolas de su radicalidad. 

Pero este cuadro no debe conducirnos al desaliento, sino a enfrentar el problema con la mirada fija en nuestro objetivo primordial: construir las fuerzas para iniciar un nuevo ciclo de transformación social que ponga a las mayorías ya no como espectadoras de las disputas internas de las élites, sino como protagonistas de la construcción de un nuevo modelo de desarrollo. Para lograrlo y consolidar avances que nos permitan enfrentar con la moral en alto el complejo proceso de luchas que se abre, debemos abordar varios desafíos como movimiento.

A nuestro entender, el primero y más relevante es comprender que la realización de los cambios demandados por este movimiento y respaldados por una amplia mayoría social es incompatible con la mantención del sistema político emanado del consenso entre las élites políticas y empresariales del país. No basta con gritar más fuerte nuestras consignas si continuamos delegando en la Derecha y la Concertación nuestra representación política. Darle proyección al movimiento pasa por trabajar desde hoy en la constitución de un actor político-social que pueda hacer realidad los deseos que hoy nos movilizan.

De ahí nuestras divergencias estratégicas con el Partido Comunista, que ha levantado como tesis la constitución de un “nuevo pacto de gobernabilidad” con las fuerzas de oposición al actual gobierno de Derecha, entendiendo por éstas principalmente a las fuerzas políticas actualmente existentes en el engranaje institucional chileno, cuyo eje principal hoy por hoy se encuentra en la Concertación.

Como Creando Izquierda, nos declaramos en abierta oposición a esta estrategia, ya que entendemos que un “nuevo pacto de gobernabilidad” consensuado con la actual clase política implica un cierre por dentro del actual sistema, lo que implicaría la mantención de la exclusión en la toma de decisiones de las grandes mayorías de nuestros país, a costa del ingreso al andamiaje institucional de fuerzas que, como el PC, parecieran no querer cambiar las estructuras fundantes del sistema político-social que hoy impera en Chile. Por el contrario, creemos que hoy es necesario reivindicar en conjunto con otras fuerzas de izquierda y movimientos sociales el carácter revolucionario que debe tener la transformación de la sociedad a la que aspiramos, lo que implica no convertirse en fuerzas auxiliares de una Concertación que ha demostrado una y otra vez su comodidad con el sistema que durante los últimos 20 años ayudaron protagónicamente a consolidar.

En segundo lugar, debemos recuperar la amplitud social de la alianza que ha sustentado estas movilizaciones, tendiendo puentes con sectores organizados que también luchan por garantizar otros derechos sociales, como la salud y la vivienda, reincorporando a los Rectores en la confrontación con el Ejecutivo y sumando nuevamente a las comunidades académicas. Para ello es fundamental retomar el trabajo de organización triestamental en nuestra universidad, para transformar a nuestra propia institución de cara a los desafíos del futuro y mandatar democráticamente el actuar hacia el país de las máximas autoridades universitarias.

Por ende también como estudiantes debemos ser capaces de comprender que el desafío parte por casa. Hoy se ha hecho evidente que, por más esfuerzos que se han realizado en las distintas localidades, la participación ha declinado radicalmente en todas ellas, encontrándonos en la incapacidad de realizar actividades y asambleas para generar propuestas que den un quehacer coherente al movimiento. La decisión que hemos adoptado como estudiantes de prolongar el paro de la Universidad debe hacerse respetar, pero debe someterse a constante reevaluación. Nos parece necesario hacer una crítica a la ausencia de una reflexión sobre el momento político en que nos encontramos y sobre la manera más favorable de proyectar la movilización. Sin esto, no podremos delinear una estrategia clara para el estado actual del movimiento, ni responder colectivamente a todas las inquietudes que hoy nos entrampan en la inercia de los paros sin participación y en el desorden administrativo de nuestra Universidad. Por esto es fundamental tener una iniciativa fuerte para reconvocar a los compañeros que, por distintos motivos y luego de seis meses, se han ido restando de la movilización, para revitalizar nuestras Facultades y nuestras asambleas.

En este sentido, es fundamental dar una discusión sincera sobre las formas que adoptamos para movilizarnos, preocupándonos siempre de que éstas se encuentren en función de los objetivos políticos que tenemos como movimiento. En ese marco, creemos que es necesario hacer una autocrítica a la prolongación de la paralización, que hoy, más que representar una presión al gobierno, nos ha hecho enfrascarnos en disputas internas, perdiendo el eje de las demandas de fondo que han sido las que le han dado un carácter convocante y multitudinario a esta movilización. Sin embargo, sabemos que las condiciones que enfrentamos son adversas y que la vuelta a clases no garantiza la remasificación de nuestras asambleas. Es por esto que hacemos un llamado a toda la comunidad a trabajar durante la próxima semana en un acuerdo triestamental que siente las condiciones para iniciar un segundo semestre en el que la movilización efectiva sea compatible con las actividades académicas. Y es que tras estos seis meses, no podemos volver sin más a la vieja normalidad, cuya inercia era funcional a la mantención del status quo. Hoy es necesario que entendamos como comunidad universitaria que nuestra realidad ha cambiado, y que debemos adecuar nuestra cotidianeidad a un presente de debate y acción permanente que apunte hacia la transformación de la sociedad en que vivimos, hacia una más justa y equitativa, con una educación pública vigorosa y fortalecida como eje del sistema de desarrollo nacional.

En tercer lugar, en la perspectiva de cavar trincheras que nos permitan consolidar avances y ganar posiciones ante nuestros adversarios, tenemos el desafío devolver a posicionar nuestras demandas y plantear alternativas para hacerlas posibles, así como hacer de nuestras propias Facultades y Universidades espacios activos e incidentes en los cambios educativos y políticos venideros. Hoy, tener clara las razones por las que hemos estado luchando durante estos meses y unificar nuestros esfuerzos en torno a ellas es condición para evitar una dispersión de nuestras fuerzas en rencillas entre compañeros y en conflictos artificiales, que sólo son funcionales a nuestro debilitamiento y al fortalecimiento de nuestro adversario.

En este marco, cobra especial importancia posicionar la demanda por una reforma tributaria, que nos permite contraatacar el argumento de lo regresivo que sería la gratuidad de la educación y develar que la codicia del empresariado chileno es la principal piedra de tope para la construcción de un nuevo pacto social.

Para viabilizar la implementación de nuestras demandas, y en la línea de construir fuerza política propia, no podemos delegar nuestra representación política en los parlamentarios de oposición. En ese sentido, es necesario que, en el marco de la discusión presupuestaria, elaboremos nuestra propia propuesta para el financiamiento del sistema educativo y emplacemos a los parlamentarios que se declaran a favor de nuestras demandas a defenderla.

También resulta especialmente importante reposicionar alternativas participativas de resolución del conflicto, como el plebiscito por iniciativa popular. Ante el cierre del gobierno y la clase política, estas alternativas abren nuevos espacios para la consecución de nuestras demandas, y plantearlas nos permite ampliar el carácter social del debate sobre reformas políticas, condición fundamental para la emergencia de nuevas alternativas políticas.

Creemos que en este momento es fundamental recuperar la unidad y la autonomía política del movimiento estudiantil, en la defensa de nuestras propuestas y en la elaboración de una estrategia para el futuro. Hacemos esta reflexión con el objeto de contribuir a dicha elaboración y llamamos a las demás fuerzas de izquierda a enfrentar con altura de miras este momento histórico, sin caer en oportunismos y actuando con transparencia frente a los estudiantes. Confiamos plenamente en que mientras como movimiento tengamos estas claridades, seremos capaces de seguir dando golpes que nos permitan desarticular el consenso neoliberal que hoy se erige como un dique a nuestros objetivos.


Con la esperanza intacta

Creando Izquierda

Noviembre 2011

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