martes, 25 de junio de 2013

La guerrilla interior


Estimad@s, comparto con ustedes una reflexión del pintor chileno Roberto Matta sobre la revolución más difícil de las revoluciones... la interior. 
Gracias a Fito Arecheta por descubrir este fragmento.


La guerrilla interior, Roberto Matta

En mi opinión, uno de los temas más importantes que propone el temario del Congreso, es el que se refiere al Desarro­llo Integral del Hombre. Permítase me ex­poner mi criterio respecto a este punto, y muy especialmente en relación con uno de sus aspectos esenciales: el desarrollo de la imaginación creadora, de una inteli­gencia que pueda servirse de la imagina­ción poética, de la imaginación subversi­va, de la imaginación erótica incluso.

Entiendo que así como la Revolución es una empresa colectiva en el plano social, es también un proceso que debe verificarse en el interior de cada individuo. Para los intelectuales y artistas, para todos los hombres, considero que esta revolución personal es enteramente necesaria. Muy especialmente si ese intelectual, si ese artista, si ese hombre, es consciente de pertenecer a un mundo que se encuentra en la compleja etapa de la construcción de una nueva organización social, en la cual la Formación Integral tiene una importancia de primer orden.

En mi opinión, no se trata sólo de estar con la revolución, sino de ser revoluciona­rio. Y ser revolucionario implica, claro es­tá, ser libre, o luchar consecuentemente por alcanzar la libertad. Así como los pueblos se liberan mediante la lucha con­tra la opresión política y económica, los individuos sólo pueden liberarse mediante la lucha contra sus tiranos interiores: la hipocresía y el miedo. Los prejuicios, los intereses creados, la falsa auto crítica, las ideas convencionales y esquemáticas, forman el ejército invisible. (a menudo mercenario) contra el cual las guerrillas interiores habrán de emprender la lucha por la libertad creadora. Mientras más conciencia, más luz. Mientras más luz, más conciencia.

Para que de hecho se produzca una revo­lución en la cultura, debe producirse unarevelación, deben ponerse en evidencia todas las posibilidades del hombre. Tener un alto sentido de la responsabilidad, no quiere decir practicar la auto censura siste­máticamente. En el campo de la imagina­ción, se precisa ser tan aguerrido como en el campo de batalla. Los constructores de un mundo nuevo, tanto en el plano social como en los planos cultural, intelectual, artístico, se caracterizan por la generosidad, por la entrega al trabajo, pero tam­bién por la osadía, por la capacidad para asumir, con el coraje suficiente, los ries­gos que supone todo acto creador y reno­vador, toda revolución verdadera.

Y no es este un problema que interese so­lamente al poeta. Yo creo que todo hom­bre verdadero es un poeta, que un hom­bre integral tendría que ser un poeta, por­que poesía quiere decir aferrar más reali­dad, toda la realidad, Al fin y al cabo, un intelectual, un artista, sólo se diferencia de los otros por ser capaz de vivir con más intensidad su experiencia del mundo, no solamente en los hechos, sino también en la imaginación. Estimular la imaginación creadora del pueblo, crear las condicio­nes para que todos tengan acceso a la cul­tura verdadera (más que a la acumulación de conocimientos, a la interpretación, a la apreciación de esos conocimientos en pro­fundidad) será la meta de un proceso revolucionario verdaderamente fecundo en el campo cultural. Un hombre forjado de ese modo será un hombre integral, es decir, un poeta, aun cuando su oficio no sea, específicamente, escribir poemas.

El arte no es un lujo, es una necesidad, y así como en el terreno social la Revolu­ción se enfrenta a problemas nuevos y en­cuentra nuevas vías para resolverlos, en el terreno de la creación artística y el traba­jo intelectual una imaginación realmente creadora se propondrá también la solu­ción de una problemática siempre renovada, y encontrará los medios de investiga­ción y expresión que resulten adecuados para resolverla.

El arte es el deseo de lo que no existe, ya la vez la herramienta para realizar ese de­seo.

Yo espero que este Congreso no cumpla sólo con la innegable necesidad del acopio de información y el intercambio de opi­niones que a nosotros, intelectuales y artistas, nos son tan caros, Espero más aún: que se ponga en discusión hasta qué punto del triunfo de nuestras guerrillas in­teriores dependerá que nuestra gestión sea fecunda y que un hombre integral, un poeta, un hombre nuevo, pueda convertir­se en realidad.

La Habana. Congreso de la Cultura. 1968.

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