jueves, 3 de abril de 2008

La Democracia adjetivada



Todos los líderes ocupan la palabra Democracia acompañada del adjetivo que más les convenga según el modelo de sociedad que pretenden imponer. Así, Franco la llamaba "orgánica", Pinochet "protegida" y Fidel Castro "popular". Esto se explica porque esta palabra tiene una tremenda carga de legitimidad adquirida, lo que nos hace olvidar preguntarnos por el sentido de la misma (la peligrosidad de la obviedad).
Aquí en Chile le llaman representativa, y cuando uno la crítica se escudan en sus reductos emocionales diciendo “es que tu no luchaste por ella” o bien “mira cuanto hemos avanzado”. No me cabe duda que lucharon, no me cabe duda tampoco de que estamos mejor que hace 18 años, pero, se han preguntado, o más bien, se han vuelto a preguntar ¿a quien representan hoy, el 2008, en esta Democracia Representativa?
Mi sensación es que hoy nos encontramos ante una profunda disociación entre representantes y representados, lo que deriva inexorablemente en un desinterés por la política, en una dictadura del individualismo enmarcado en el (a mi entender) mentiroso concepto de “la igualdad de oportunidades”. Desde allí se nos inculca un espíritu aspiracional, dónde mientras estemos dentro del círculo de consumo, todos podemos a llegar a realizarnos (al menos materialmente). Todos podemos ser emprendedores exitosos.
Y hoy, mientras el cohecho y el clientelismo adquieren nuevas formas y prácticas, la política se sigue desprestigiando y los registros electorales se siguen envejeciendo.
¿Qué salida da la Democracia cuando la Democracia se adjetiviza? ¿Más Democracia?
Cuando la institucionalidad no es capaz de dar respuesta es hora de empezar a ensayar nuevas formas de organización…

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