lunes, 23 de junio de 2008

Sobre la Toma


Compañeros de Facultad:

Frente a los sucesos del día viernes me parece importante hacer una reflexión que vaya un poco más allá de las pasiones que desatan coyunturas como éstas.


¿Cuál es la situación?


Un grupo de compañeros, profundamente frustrados por ver la inactividad de Derecho frente al contexto nacional, deciden tomar la iniciativa, y desde una masiva (en comparación con la realidad común de las asambleas en la facultad) asamblea, levantan la idea de una toma. Frente a esto, otro grupo de estudiantes, replican que una toma, o cualquier tipo de medida de fuerza debe ser decidida por todos los estudiantes en un referéndum. Nuevamente, y como ha tendido a pasar en el último tiempo, la discusión se radica en las formas de una eventual movilización antes que en el contenido de la misma. Claro, el contexto presiona sobre todos. Último día de clases, LGE aprobada por la ventana en el Congreso, decaimiento de las movilizaciones a nivel nacional producto de un fuerte desgaste de espacios que llevan más de un mes movilizados, la ya mencionada frustración ante la pasividad de la facultad, juventudes políticas disociadas de sus partidos (radicalización de las mismas en su marco frecuente de acción), entre otro factores condicionan y envalentonan a este grupo de estudiantes que ven en la toma una salida a la desidia del estudiante ausente que de la facultad. ¿Para qué? Yo por lo menos, todavía no lo tengo claro.


Y he ahí a mi entender uno de los principales problemas de la coyuntura de hoy. Soy de la idea de que una movilización tiene sentido sólo si es funcional a los objetivos que previamente nos trazamos. Si la movilización no favorece a estos, y los costos son mayores, esta es inoficiosa. Pero peor aún, si no se sabe que se quiere lograr con la movilización, esta no sólo carece de sentido, sino que además no es defendible mediante una argumentación razonable, y sólo es posible materializarla y defenderla a través de vías de hecho. Entonces entramos necesariamente al complicado asunto de la legitimidad, y en este sentido una medida de fuerza podrá ser legítima por perseguir un justo fin, pero si es llevada a cabo sin tomar en cuenta a quienes afecta materialmente, es una medida de fuerza sin fuerza, que instala en la esencia de la movilización las mismas contradicciones que en un principio se criticaban.


Ahora, ¿Cuál pueden ser el objetivo de esta movilización? Evaluémoslo en torno a su funcionalidad:


Manifestar descontento con la aprobación de la LGE.

Los argumentos que se pueden dar aquí son varios, por un lado que el acuerdo entre la Concertación y la Derecha desconoce las posturas de los actores sociales en la educación, y nuevamente la clase política se encierra en si misma y negocia a espaldas de la ciudadanía organizada. Por otro, y entrando más en el contenido de ley misma, argumentar que el costo de oportunidad de haber aprobado esta ley y no haber vuelto a abrir la discusión es tremenda. ¿Por qué? Algunos esbozos que es necesario desarrollar con mayor detención:


a-) Mantiene la posibilidad de seleccionar: Los colegios que reciben aporte público o subvención debieran cumplir con ciertas condiciones necesarias para una educación de carácter público. Una de esas es que todos los niños deben tener igualdad de oportunidades, sin importar las características de sus padres. De este modo es impresentable que colegios privados que reciben financiamiento público seleccionen estudiantes de acuerdo a la capacidad de pago de sus padres o a su postura religiosa.


b-) Mantiene la posibilidad de lucrar con recursos públicos: Para los sostenedores que administran colegios incentivados por el beneficio económico que pueden obtener de éstos, la calidad de la educación que imparten no es producto de su responsabilidad como actores educacionales, por lo que la calidad está condicionada a los incentivos que les otorgue el mercado.


c-) No contempla una preocupación especial por la educación pública: Más allá de apoyar y reconocer la diversidad, el Estado debiera velar por un espacio en que esta diversidad se relacione, para que así los futuros adultos tengan una experiencia de tolerancia y de reconocimiento de los demás individuos. Un sistema educacional que segrega, donde los ricos estudian con los ricos, los pobres con los pobres y los de convicciones religiosas con quienes piensan como ellos, es un obstáculo para la construcción de una sociedad tolerante, democrática y pluralista.


¿Sirve una toma de nuestra facultad para expresar esto?


Creo que una toma de Derecho en este contexto, aunque puede tener algún grado de impacto público, no pasa más allá de la sorpresa. Ahora, no nos podemos tampoco resignar frente a esta situación y bajar los brazos una vez que la aplanadora institucional nos pasó por encima. Hay que explicitar nuestro malestar con contenido, deslegitimar al gobierno y la clase política, y fortalecer instancias donde se encuentran y debatan los actores sociales de la educación. ¿Cómo? Creo que la consulta nacional por la educación (www.consultaeducacion.cl) que se está organizando desde la Fech, las propuestas de financiamiento que se están desarrollando desde la misma Federación en conjunto con académicos vinculados a educación, las cartas a los diarios y la socialización de nuestros puntos de vista con nuestros compañeros pueden ayudar. No nos salgamos de la realidad y ante la desesperación justifiquemos cualquier cosa.


En conclusión, mi opinión es que hay que manifestarse en desacuerdo con lo sucedido el viernes. En lo personal, desde una posición autocrítica por no haber hecho los esfuerzos suficientes para instalar la importancia del debate educacional en la Facultad, pero entendiendo que medidas como estás no son funcionales a los objetivos que persiguen, y no son producto de un debate de mayorías. Hay que defender el diálogo, porque en el fondo, la radicalidad, se juega en la masividad, y no en quien habla más fuerte.


Se podrá criticar que hay que tomar todas las medidas posibles para frenar la aprobación de la ley, sin embargo, creo que frente a todo problema es importante partir de la base de que es posible que nosotros no podamos solucionar el conflicto en su totalidad. Y entender eso nos permite fijar la vista en objetivos más concretos y más reales, pero siempre pensando en el largo plazo. No es necesario ser omnipotentes para ser revolucionarios.


Finalmente, respecto al desalojo, mi opinión es que el Decano se equivocó profundamente porque trató a nuestros compañeros como delincuentes que no son, y respondió con fuerza sin haber siquiera intentado el diálogo, y eso siempre es un error. La facultad y la Universidad pierden con medidas de este tipo, y nuevamente, ahora desde la contraparte, se incurre exactamente en lo que se critica.


Saludos


Gabriel Boric Font

Consejero Fech por Derecho 2007-2008

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