lunes, 10 de enero de 2011

La oposición (im)posible



Comparto con ustedes una columna que me publicaron en el medio digital Sentidos Comunes (http://www.sentidoscomunes.cl/2010/12/la-oposicion-imposible/)

La tesis es ésta: Si no pasa nada fuera de lo normal, tendremos varios gobiernos más de derecha.
Sí, resulta aventurado decirlo, especialmente porque, como sabemos, en política todo puede cambiar a velocidades muchas veces inesperadas, pero no está demás detenernos y hacer un diagnóstico del panorama actual más allá del comidillo de la prensa y los pasillos.
Porque lo cierto es que mientras la Concertación y la sensibilidad de izquierda cultural -ésa que canta con el puño en alto El pueblo unido con Los Tres en El Abrazo pero que después ni se arruga en votar por la Concerta o incluso por la misma derecha-, se desvive por criticar cada salida de libreto de Piñera -que el papelito, que Robinson Crusoe, que la frase Nazi, etc…-, el proceso de consolidación del gobierno avanza a pasos agigantados sin una oposición seria que sea capaz de cuestionar las estructuras de su proyecto histórico.
¿Puede la Concertación ser esa oposición? Difícil, si es que no derechamente imposible.
Difícil si consideramos el estado de desconcierto e improvisación en que actualmente está inmerso el conglomerado. Sin capacidad para llevar adelante un proceso reflexivo que los lleve a entender por qué perdieron, sería demasiado pedir que constituyan una oposición que se dedique a algo más que poner obstáculos al desempeño del gobierno. Y es que no deben ser pocos quienes, desde sus filas, piensan que el fracaso de Piñera es su mejor manera de salvarse.
Pero ése no es el centro del asunto. La Concertación, a lo largo de su historia, ha demostrado una notable capacidad de reordenarse y adaptarse a nuevas circunstancias, y pese a que esta vez el golpe pareciera haber sido más duro, no deberíamos sorprendernos si en un corto plazo logran salir de su ensimismamiento y retomar la iniciativa. La pregunta, es para qué…
A mi entender, el problema principal de la Concertación hoy es que su proyecto -el que ejecutó durante 20 años, más allá de los símbolos de izquierda- era el de los de la vereda del frente. Y al llegar al gobierno los de la vereda del frente, ya no saben cómo diferenciarse.
Y es que era triste ver cómo alegaban a sus dirigentes después del discurso del 21 de mayo. “La derecha está gobernando con nuestras ideas”, afirmaban, cuando al final del día el Estado subsidiario, materializado a través del gasto focalizado, eje de la acción del Estado durante los gobiernos concertacionistas -por más que se haya camuflado de retórica social durante el gobierno de Bachelet-, no es otra cosa que la negación de derechos sociales universales instalada por Miguel Kast desde ODEPLAN durante la dictadura, y por cierto, eje central del decálogo de los Chicago boys. Lo anterior se radicaliza aún más con el pragmatismo propio de Piñera y su equipo de tecnócratas que, con su avanzada en temas tributarios, laborales, de derechos humanos, del medio ambiente y regulaciones a la banca entre otros, incluso avanza más de lo que lo hizo la misma Concertación en sus 20 años de gobierno. No se vengan a quejar ahora.
Para quienes somos de izquierda, el panorama político hoy es complejo, y no podemos desconocerlo escudándonos en las torpezas del Presidente o en ridículos instructivos de cómo vestirse que parecieran sacados del siglo XII. Porque hoy, cuando según diversas encuestas los partidos políticos son las instituciones más desprestigiadas de nuestra sociedad, es nuestro rol como generación emergente volver a legitimar la política por sobre la mera técnica. Debemos ser capaces de convertir las expresiones de descontento, que de tanto en tanto se suceden en nuestro país, en un actor político que se constituya como una alternativa de izquierda secular y moderna, con capacidad de incidir en las correlaciones de fuerza del poder desde una vocación realmente transformadora.
El desafío es difícil, pero no es el tiempo de las excusas…

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