viernes, 1 de febrero de 2013

Recomendaciones para viajeros de la Magallania

Hace un tiempo, un buen amigo (Pablo Viollier) me contó que iba a venir a Punta Arenas con su polola (Antonia), y me pedía si le podía escribir un par de recomendaciones para hacer en la patria Magallánica. Navegando por el Canal Beagle le redacté estas líneas que comparto con todos porque creo que pueden servir a viajeros que se animen a conocer estas tierras llenas de fantasmas y alegrías.

Un abrazo



Recomendaciones para querido Melo:

Querido Melo, en 1er lugar mil disculpas por lo tarde que te llega este correo. He estado ocupado en varias cosas, pero tanta tardanza no aguanta justificación.

Pasando de lleno a las recomendaciones para que le saques el jugo a esta hermosa tierra, comienzo.

Apenas llegues, un imprescindible es que vayas a tomar desayuno al mítico kiosko roca. Este lugar (que el año pasado fue elegido la mejor picada de Chile), es perfecto para empezar el día. Mi recomendación es que para partir pidan dos pancitos con harta mayo y una leche grande. Son un manjar. Después, para empezar a recorrer, date el tiempo de caminar por el centro partiendo por la plaza de armas, que está solo a una cuadra del kiosko roca. Admira el monumento a Hernando de Magallanes, y piensa en la grandeza de ese viaje que allá por Noviembre de 1520 unió dos océanos que hasta entonces solo eran hermanados por el temido Cabo de Hornos. Sigue caminando por calle Magallanes y fíjate en las esculturas que adornan la fachada de algunas casas. Trata de encontrar las dos sirenas que miran hacia el estrecho con eterna actitud vigilante. Sigue caminando por el centro, quizás por la remozada calle Bories y verás el comercio de una ciudad chica y feliz. Si sigues de largo y llegas a Avenida Bulnes podrás apreciar en tu camino varios monumentos, cada uno con su historia. El monumento al general Manuel Bulnes, que en 1843, haciendo realidad la visión del momento de muerte de O'higgins (Magallanes, Magallanes!), mandó la goleta Ancud a establecer el 1er asentamiento chileno en el estrecho de Magallanes (el breve Fuerte Bulnes) y el 3ero después de los frustados intentos del gran navegante esotérico Pedro Sarmiento de Gamboa, las ciudades Rey Don Felipe y Corazón de Jesús, donde hoy se emplaza el lugar conocido decidoramente como Puerto del hambre. Si sigues caminando te encontrarás con el monumento al ovejero y a su poeta por excelencia José Grimaldi, con el homenaje a los obreros caídos en la quema de la FOCh en 1920 (la Patagonia también fue y será rebelde), el monumento al inmigrante croata (llegaron sin nada escapando de la guerra y la pobreza desde las costas de Dalmacia y aquí estamos aún), a los chilotes que vinieron a poblar tan inhóspita región, al teniente Merino, al petróleo, a Ignacio Carrera Pinto (la llama de la libertad), al abnegado bombero, al padre Alberto de Agostini (gran explorador y quien dejó los mejores registros de la Patagonia indígena y silvestre), entre otros. Por cierto, no puedes dejar de pasar al cementerio (el más hermoso de Chile según el poeta Christian Formoso y quien escribe), y al museo Maggiorino Borgatello, donde los Salesianos cuentan con lujo de detalles su visión de la historia de la Patagonia austral.

Terminado este pequeño tour, de seguro necesitarás reponer energías. Para esto, y dependiendo de tu presupuesto, puedes ir a comer el mejor Sandwich de Chile al Dinnos Pizza (mi recomendación es un lomito luco palta tomate con agregado de tocino y cebolla frita junto a una rica leche con plátano. Es lo que pido yo), o si prefieres algo más sofisticado a la Luna donde la cocina regional es exquisita y el pisco sour un lujo (con jarabe de goma). También está la alernativa de una rica centolla en el Sotitos o un asado de cordero en Los Ganaderos, pero eso ya son palabras mayores si estás apreado de lucas (lo otro tampoco es barato pero lo vale). Si estás corto, el rincón chilote para un buen curanto, el Beagle para un rico pedazo de carne o alguna picada como la esquina o el escondite para un sandwich son buenas alternativas. La Marmita, al frente de la plaza Sampaio, con su cocina de autor y atención estilo magallánico es también un lujar de lujo y con una excelente relación precio-calidad (un día fui a comer y me di cuenta de que no tenía efectivo, no se hicieron problemas y me dijeron que fuera a pagar al día siguiente).  


Si tienes tiempo, recorre en bicicleta la remozada costanera del estrecho y detente en los carteles que cuentan de la flora, fauna y toponimia de la región. Sube también por Avenida Colón hasta Arauco llegando al mirador de los soñadores donde las calles aun tienen las piedras que pusieran los pioneros que llegaron a la región a fines del siglo XIX y principios del XX (entre ellos mis bisabuelos). Desde allí date un momento para respirar el aire más puro del mundo, y si te animas, pégate una escapada al mirador oficial de la ciudad que está a unas tres cuadras para tener una vista panorámica de la ciudad. Después, vuelve a Colón y si bajas te encontrarás con el busto de Alfonsina Storni, la poetisa uruguaya que hizo de su muerte un acto poético al caminar decidida hacia el fondo del mar. A su lado, hay un árbol. Compren con la Antonia un six pax de cerveza Austral y súbanlo. En su copa, que está hecha para eso, pueden disfrutar de una conversa mientras se sorprenden como siendo las 10 e incluso las 11 de la noche, la claridad aun reina en el cielo magallánico.

Para el café de la tarde no puedes no pasar por el café del inmigrante, leer su carta con detalle y deléitate con una torta de la nona o un set de galletitas caseras. Más tradicional pero igualmente ricos son el History Cofee (su torta de plátano es exquisita) o el Tapiz, que está a media cuadra del anterior.

En la noche, depende del gusto. La sociedad de empleados, el Carioca, el Sargento Aldea o el Ana Iriki son tus lugares si lo que quieres es una chela en un bar de parroquianos inciertos. Si por el contrario buscas algo más top, el sky bar del casino te da una visión hermosa de la ciudad desde un piso 11 a un precio razonable. Ya más en la noche y en la onda del carrete juvenil, el Bar Bulnes y el Gran Avenida son los lugares onderos de moda de la época.

Ya en las afueras de la ciudad, te recomiendo que vayas a Puerto del Hambre, te sorprenderás con el "Aquí estuvo España" (averigua sobre Lord Cavendish) y si tienes ganas de gastar algo de plata y conocer de historia, pasa al Fuerte Bulnes. En el camino te encontrarás con el monumento que denota la mitad de Chile. Si, la mitad. Hacia el norte, los pinguinos son siempre una alternativa, pero personalmente, salvo que tengas las lucas para cruzar a Isla Magdalena, no lo recomiendo. Lo que si, pasa a ver la reconstrucción que hace poco hicieron de la Nao Victoria, el barco con el que Magallanes hizo su hazaña.

Estos son algunos datos para disfrutar más a concho Puna Arenas. Lamento profundamente no estar cuando vayas, porque amo profundamente estas tierras y me encantaría poder mostrártelas de 1era mano. Ya tendremos otra oportuidad.

Me despido desde Puerto Williams, donde todo comienza.

Un abrazo gigante a la distancia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no estoy de acuerdo con comenzr la mañana con esa leche con platano, las hay mucho mejores...

bravo.gabriel dijo...

Tremendo relato turístico. Se le sacará el jugo a las recomendaciones. Un abrazo tocayo.

Martin Perez Comisso dijo...

El escribir siempre nos deja regalos en el tiempo. Ahora tengo más ideas para hacer en mis pasos por tus tierras.

Unknown dijo...

Gracias muchas!