Hoy, este Congreso, compuesto por un 85% de hombres y solo 15% de mujeres, debe tomar un decisión tremendamente relevante sobre el cuerpo de las mujeres, que son más de la mitad de la población de nuestro país. Si fuéramos los hombres quienes nos embarazáramos sin desearlo (incluso ante la violencia de una violación), el aborto en Chile hace mucho tiempo sería legal. La distribución del poder en Chile, en donde el machismo se expresa al interior de este Congreso, es también parte del problema que debatimos hoy.
Estamos hoy ante un momento histórico. Desde hace casi
treinta años se han venido planteando
diversas iniciativas legislativas para despenalizar el aborto y hoy, al fin,
nos encontramos ad portas de avanzar en esta dirección. Quiero desde aquí
reconocer el trabajo y la persistencia de tantas feministas y activistas de los
derechos humanos que durante décadas se han venido organizando, movilizando
y presionando al poder político. Este
paso lo han dado ustedes. Sin la infatigable lucha del movimiento feminista,
sería impensable estar en el rumbo en que hoy nos encontramos.
Pero como hemos señalado antes, este proyecto nos parece insuficiente
y sabemos que también a ustedes. Es cierto, el proyecto es reconocido como un
avance para miles de mujeres y también para nosotros, pero es un piso mínimo:
sabemos que estas 3 causales no cubren todas las razones por la cual una mujer
en Chile aborta. Continuar escondiéndolo solo contribuye a mantener el enfoque
errático, hipócrita y misógino con que el Estado de Chile rehuye de su
responsabilidad.
Más allá de las intenciones muchas veces declaradas, el
gobierno Nueva Mayoría ha permitido que la Derecha y la Democracia Cristiana
hayan podido bloquear permanentemente el proyecto desde su ingreso. Ni el apoyo
ciudadano a las tres causales, ni la mayoría parlamentaria que tienen, y ni
siquiera el haber asumido este compromiso como parte del programa presidencial,
fueron razones suficientes para que el Gobierno impulsara un proyecto de
interrupción del embarazo más audaz y completo.
Y es que esta semana, en un triste y violento show de
machismo institucional, el Senado ratificó un proyecto con grandes retrocesos
respecto de cuando ingresó. Por ejemplo, y contra la opinión de los expertos y
las expertas, se acortan los plazos para que menores de 18 años puedan
interrumpir su embarazo; igualmente, se mantiene el requisito de autorización
del representante legal, siendo que muchas veces son precisamente estos quienes
cometen o encubren la violación. Además, bajo el mezquino pretexto de que
“ahora las mujeres inventarán violaciones para lograr abortar”, se anula de facto el deber de confidencialidad
del médico, quienes podrán notificar a la Fiscalía sin el permiso de la mujer que, por
cierto, es mayor de edad. Por si fuera
poco, la objeción de conciencia que inicialmente se concedía al médico cirujano
requerido, se amplía ahora a todo el personal profesional, lo cual será un
obstáculo real; especialmente en hospitales públicos, regiones y zonas rurales
que cuenten con un solo equipo médico; en detrimento de tener un derecho con
acceso igualitario para todas las mujeres chilenas. Y es que, el lobby de
sectores afines a la
Iglesia Católica logró, además, que se instalara la
institución de “acompañamiento”. Nos parece también vergonzoso que las mujeres
que libremente deciden interrumpir su embarazo en estas tres causales tengan
que ser “acompañadas”por instituciones que puedan ser de carácter religioso;
cuando han sido precisamente estos sectores los que han instalado y defendido
en Chile la desconfianza sobre la madurez, honestidad y capacidad de decidir de
las mujeres. Las mujeres son autónomas para tomar todo tipo de decisiones, y no
necesitan que las intenten persuadir, menos en la forma burda en que ha sido
planteado. Necesitan garantías para ejercer su derecho a decidir sin presiones.
Necesitan que su decisión se respete y haga valer. ¿Cuándo va a ser el día en
que sean ellas, y no nuestros paneles de hombres, Comisiones de hombres, este
parlamento aún de hombres, quienes decidan lo que pasa con sus vidas?
En definitiva, estamos votando un proyecto de ley a todas
luces insuficiente, que mantiene la salud reproductiva como un privilegio. En
esto quiero ser muy claro: como Movimiento Autonomista defendemos y estamos
convencidos de que debemos avanzar y
avanzaremos hacia un aborto libre, sin causales, seguro, gratuito y garantizado
por la salud pública del Estado.
El acceso al aborto en nuestro país, también está
directamente relacionado con la clase y con las posibilidades que tienen las
mujeres, adolescentes y niñas. Para nadie es sorpresa que las mujeres más
pobres de Chile son las que también arriesgan su vida y su integridad para
acceder a un aborto ilegal en un sistema que también les niega la salud, la
educación y el acceso a una vida digna. Es este mismo sistema el que las vuelve
a maltratar cuando éstas denuncian la violencia que sufren en su entorno más
directo. Es hora de cuestionar al patriarcado capitalista: son las mujeres las que tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y es la salud pública la que debe asegurar que cualquier decisión que tomen
respecto a su embarazo sea tratada de manera segura y digna.
Si en Chile el acceso a la salud reproductiva es un
privilegio, nuestro compromiso es votar a favor de la despenalización del
aborto en 3 causales, porque este es un mínimo indispensable para avanzar hacia
la sociedad porque la estamos trabajando; en la que la decisión soberana de
cada mujer sobre su cuerpo es su derecho y no un delito, donde todos y todas
tienen acceso a la anticoncepción y educación sobre salud sexual y reproductiva
y no sexista, y en donde sea de sentido común que la salud de todas las personas
es nuestra responsabilidad colectiva; sin causales de por medio.
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